miércoles, 8 de abril de 2015

Cartagena, Murcia


Cartagena, Puerto de Culturas, Donde el Mediterráneo escribe la historia” este era el eslogan con el que se promocionaba turísticamente la Ciudad de Cartagena y es que por ella han pasado todas las civilizaciones.




Poblada desde hace más de 2.500 años, la villa fue fundada y refundada sucesivamente por mastienos, cartagineses, romanos, bizantinos, árabes y cristianos. Codiciada a lo largo de los siglos por su importante puerto de mar, los diferentes pueblos que por él pasaron, fueron haciendo de esta ciudad una verdadera amalgama, mezcla de culturas y civilizaciones que dejaron una huella imborrable de su paso.





Mastia, la llamaron los Mastienos. El caudillo cartaginés Asdrúbal la fundo con el nombre de Qart-Hadassat (Ciudad Nueva). Más tarde, tras ser conquistada para Roma por Publio Cornelio Escipión, fue llamada Carthago Nova. Tropas bizantinas del Emperador Justiniano tomaron la ciudad y la convirtieron en la capital de la provincia de Spania…




Comenzamos la visita turística, a nuestro aire, subiendo al cerro de la Concepción para, desde su mirador, tomar un primer contacto visual con la ciudad y su bahía, el ascenso se puede realizar con el Ascensor Panorámico, situado en la calle Gisber. Desde lo alto se observa perfectamente el teatro romano que se asienta en las faldas del cerro, aprovechando el desnivel de la colina para su graderío, teatro que fue descubierto no hace mucho de forma casual. Junto a él los restos de la antigua catedral. También desde lo alto, en este caso desde el ascensor y su pasarela, se ven los restos, al otro lado de la calle, de la antigua Plaza de toros y del Anfiteatro Romano. En el cerro de la Concepción además se puede visitar el Refugio- Museo de la Guerra Civil, galerías excavadas como refugio antiaéreo con capacidad para albergar a 5.500 personas.





Continuamos caminando y tras pasar el portal de la calle Gisber bordeamos la Muralla de Carlos III por el paseo de Alfonso XII, hasta llegar a la Plaza del Ayuntamiento, en los bajos de este bonito edificio está situada la oficina de información turística. En la misma plaza se ubica el Museo del Teatro Romano, puerta de acceso al mismo y donde se reúnen las piezas halladas durante las sucesivas excavaciones. 





Nos adentramos por la calle Mayor, donde conviven comercios con magníficos edificios modernistas, Casa Cervantes, con los típicos miradores blancos cartageneros, el Casino, la Casa Llagostera, El Gran Hotel, con una vistosa cúpula, edificios que salpican la ciudad y nos recuerdan la importancia de su pasado industrial. En los aledaños de la calle Mayor y la Plaza del Ayuntamiento hay números locales de tapeo, en especial la calle Cañón, en donde se suceden los locales uno tras a otro y donde nosotros sucumbimos, en el callejón de San Isidoro, en concreto en Theatrvm, con frituras servidas en cucuruchos de papel, habíamos leído criticas en 
Tripadvisor, no nos defraudo.



A la mañana siguiente nos embarcamos a primeras horas en el barco turístico, catamarán que con una velocidad media de 9 nudos, nos pasea por la bahía de Cartagena, duración 1h.+-, con la posibilidad de desembarcar en el Fuerte de Navidad, barco y fuerte, duración 2h. +- . Desde el barco se obtiene una visión diferente de la ciudad, acompañado de una locución en varios idiomas, nos descubre todos los rincones de la dársena natural de la ciudad.





Desembarcamos en el Fuerte de Navidad, a pie de pasarela nos espera una guía que comprueba nuestros billetes y nos acompaña hasta el patio de armas de la fortificación, allí, otro guía nos explica la historia y los entresijos del Fuerte y nos invita a ver un audiovisual, dejándonos visitar el Fuerte a nuestro libre albedrío. De retorno al embarcadero nos podemos acercar hasta el Faro de Navidad.




De nuevo en la ciudad nos dirigimos al Museo Nacional de Arqueología Subacuática, en el que podemos ver desde ánforas y monedas de diferentes tipos y épocas, hasta los restos de un barco fenicio e incluso, el recuperado cargamento del buque Nuestra Sra. de las Mercedes, fragata de la Armada Española que naufragó en el Atlántico tras el ataque de la armada inglesa, cuando transportaba caudales y efectos de la Real Hacienda de América a la Península. Encontrado por una empresa de “cazatesoros” y que, después de un largo litigio, han sido devueltos a su legítimo dueño, el Estado Español.





Nos adentramos de nuevo en la ciudad, en dirección al Foro Romano, Avgusteum, de camino nos topamos con la Confitería Sánchez, en la calle Medieras, en la que, dejándonos aconsejar por la dependienta, compramos algunos de los pasteles típicos de la ciudad, Pastel de Carne típico de Cartagena, Pastel Murciano y Pastel de Cierva, dulce y salado, y también, siguiendo el consejo de una cliente, adquirimos unos “Exploradores”, un pastelillo de pequeñas dimensiones dulce por fuera y salado por dentro, relleno de carne picada, exquisito.





Nos quedaron lugares en el tintero para futuras visitas, el Museo Naval, en que se encuentra el submarino de Isaac Peral, que solo vimos a través de los cristales. Los restos de la Muralla Púnica y su centro de interpretación. La Torre Ciega y la Columnata Romana. Muchos de los baluartes que salpican la bahía, como la Batería de Castillitos, y muchas de las casas modernistas.





Lejos quedan los días en los que Cartagena, era un destino obligado para los reclutas de reemplazo que debían cumplir con la patria en el Servicio Militar Obligatorio, la controvertida “Mili”, añorada por unos y odiada por otros ¿Quién no ha tenido un amigo, primo o novio que hizo la mili en Cartagena, en la Marina?





A día de hoy Cartagena es una ciudad abierta al visitante con mucho que ofrecer, sin dejar de lado su pasado militar todavía muy presente.
                               
Gracias por tu visita ¡¡Hasta pronto!!
                                             
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