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sábado, 1 de abril de 2017

Hospederías de Extremadura

Autor: J.L.V.A.

Desde que hace unos años descubrí el valle del Jerte con sus increíbles barrancos y cascadas, habré repetido visita hasta una docena de veces en diferentes épocas del año para disfrutar de los colores del otoño, de la floración de los cerezos y también del Jerte “rojo” donde además de degustar “algo” de fruta entre los caminos, aprovecho para comprar en alguna cooperativa un par de cajas de cerezas de las más exclusivas y caras pero aquí a un precio más razonable. En caso de tener algún compromiso, lo de regalar una caja de cerezas de alto standing es una buena solución, original, sabrosa y económica.



En la última ocasión, buscando un sitio para comer en el mismo pueblo de Jerte, descubrí por casualidad la Hospedería del Valle del Jerte, donde probé un menú gastronómico basado en la cereza, como no, y quedé gratamente sorprendido por el sitio, la calidad y la atención recibida.

Lo siguiente fue documentarme un poco y descubrir que existen 8 Hospederías Extremeñas, siete en Cáceres y una más en Badajoz:


- Hospedería Valle del Jerte - Jerte

- Hospedería Parque de Monfragüe - Torrejón el Rubio

- Hospedería Conventual de Alcántara - Alcántara

- Hospedería Valle del Ambroz - Hervás

- Hospedería Puente de Alconétar - Garrovillas


- Hospedería Hurdes Reales - Las Mestas

- Hospedería Conventual Sierra de Gata – San Martín de Trevejo

- Hospedería Mirador de Llerena - -Llerena (Badajoz)


Las Hospederías, suponen una aproximación al concepto que representan los Paradores de Turismo a nivel nacional, pero restringidas al ámbito extremeño y quizá con menores aspiraciones en cuanto a tamaño y lujo pero no le van muy a la zaga y todas tienen categoría 4*. Disponen de entre 25 y 35 habitaciones, salvo Monfragüe que tiene 60. También se encuentran estratégicamente situadas, desde los valles de Ambroz y del Jerte, hasta Las Hurdes, la Sierra de Gata o el parque del Monfragüe por citar las más conocidas. Además resultaban más económicas que su modelo nacional, y digo resultaban, porque ya se han igualado con los paradores más económicos, según me intentaron explicar para no competir con el resto de hospedajes, ya que están subvencionados.




Respecto a las tarifas, me comentaron que varían en función de la demanda, es decir que en fiestas, eventos o similar, si ven que se van a llenar, el precio se dispara, lo que me pareció poco serio pero comprensible. Por tanto partimos de un precio mínimo de 90€/noche en A/D (no pregunté si el desayuno es tipo buffet o continental) con descuento de 15 euros si se reserva y se paga en la web (tarifa NR: no reembolsable). Hay una oferta si uno de los ocupantes llega a los 60 años, de domingo a jueves, por 70€ y como tienen un menú del día, tanto en comida como en cena de 15€/persona, pues te ofrecen la MP por 100€, que graciosillos. También tienen un menú degustación más completo y caro que si lo unen a la habitación lo llaman escapada gastronómica/romántica por 169€, para mí poco interesante.




Así es que me planteé una ruta, más bien super-ruta, a fin de conocer las hospederías in-situ, por fuera y por dentro, con la excusa que casi no era tal, de solicitar información sobre tarifas, bonos, ofertas, etc. Se trataba de tener una idea más próxima a fin de seleccionar las más adecuadas según mi gusto y parecer para una excursión posterior en pareja o con amigos, considerando también las opciones turísticas de cada población y su entorno. Claro que podía haberlo hecho en varios viajes, pero una vez que me desplazo lejos me gusta plantearme un conjunto amplio de objetivos de forma que aunque alguno se malogre, la consecución del resto unido a alguna sorpresa que siempre se produce garanticen el éxito de la excursión.




De las ocho hospederías, para esta ruta descarté la del Jerte y la de Monfragüe porque ya las conocía y también tuve que renunciar a visitar la de Llerena en Badajoz por motivos logísticos ya que se encuentra demasiado alejada de las demás, descolgada al sur, en la campiña pacense, además de que disponía de referencias muy positivas de ella, en cuanto a que se trata de un palacete muy cuco y nunca descartable entre las posibles favoritas, también por ser la única en su zona.





Como complemento turístico incluí la visita al famoso meandro del Melero y también a fin de justificar el más que probable exceso gastronómico me preparé una caminata de subida a una cascada o chorro como dicen por aquí y como colofón una cenita de pinchos en Plasencia.





Para aprovechar bien el día, obviamente me tocó “madrugar” a fin de llegar tempranito a mi primer destino. Como me desplazo desde Madrid, casi siempre voy por Avila y vuelvo por Talavera, así es que mi primer salto fue a Hervás, localidad que ya conocía (pero no la hospedería) con indudable atractivo turístico (destacando su judería) y muy cerca de la carretera principal que recorre el valle, cosa que es de valorar si alguno de los ruteros es propicio a marearse con las curvas de las carreteras de montaña. Al igual que el valle del Jerte, también goza de un microclima muy especial y casi constante a lo largo del año. Esta hospedería me produjo muy grata impresión. Se encuentra integrada en el propio pueblo, con amplio parking y aspecto muy moderno en su interior.





De camino hacia el meandro del Melero, pasé por el pueblecito de Abadía. Debo decir que casi todos los pueblos atravesados por ríos aprovechan cualquier remanso del mismo para construirse una piscina natural, pero en este caso me sorprendieron las instalaciones y lo bien acondicionado que lo tenían, ideal para el verano.




El famoso Meandro del Melero del río Alagón es un objetivo fotográfico de primer nivel por su extraordinaria belleza paisajística, al que se llega a través de una pista que sale del pueblo de Riomalo de Abajo, de unos 3-4 km, con medio recorrido en buen estado y otro medio fatal, no recomendable para coches familiares, siendo aconsejable darse un paseo a pie, cosa que hubiera hecho de no haber ido tan apurado de tiempo. Hay una zona de parking para unos 20 coches y unas escaleras de pizarra te bajan hasta el mirador de la Antigua. Dan ganas de buscar un camino para llegar al agua. Lo investigaré para el futuro. Tras recorrer dos veces la sufrida pista, me entró la duda sobre la adecuada presión de los neumáticos y ya fui preocupado hasta que pude comprobarlo.





Muy cerca me quedaba ya el pueblo de Las Mestas, en la comarca de las Hurdes, con la hospedería en las afueras, remontando una cuesta tras varias curvas, en un precioso edificio moderno en piedra y pizarras. Esta también me gustó mucho.




Las Mestas está situado en la entrada de las Hurdes y lindando con las Batuecas y la sierra de Francia. Está a 23 km. de la Alberca separados por un “puertecito”. También en las Mestas disponen de su piscina natural con chiringuito. El lugar se llama el Charco de la Olla en las afueras del pueblo. Y como anécdota, de aquí es el famoso Cirilo, inventor del licor Ciripolen, a base de miel, polen y jalea real, reconstituyente y energético, que disfrutó de su momento de gloria hace unas décadas y que aún se vende (por supuesto que me compré una botellita para probarlo, por si acaso, jeje). Por cierto, que entré a tomar café y a preguntar en uno de los pocos bares abiertos, el casa Cirilo y me atendió una hija del emprendedor hurdano, muy amable y entendida que me explicó todo y hasta me proporcionó planos de la zona. Ella fue la que me aconsejó entre las dos rutas posibles para subir a ver unos saltos de agua, la cascada del Chorrituero en Ovejuela o el Chorro de la Meancera (o Miocera) en El Gasco, decidiéndome por esta última por encontrarse recientemente arreglada, quedando la primera pendiente para otra ocasión.




Para hacer la subida al chorro de la Meancera hay que desviarse en Vega de Coria unos 17 km. y tras pasar por varios pueblos llegamos a una recoleta plazuela en el pueblo El Gasco, fin de carretera. Preguntando por la ruta, me indicaron que asomándonos al río desde allí mismo se observaba el camino. Para buscar el comienzo del mismo hay que bajar por una callejuela hacia el cauce del río. En la plaza hay un pilón como había en todos los pueblos antiguamente y me gustó porque hacía muchos años que yo no veía a un lugareño llevar a su caballería a beber agua.





Esta ruta es muy apropiada para familias, pues está perfectamente indicada y es muy cortita. En una hora se arregla el tema (ida, vuelta y paradas). Según el cartel son 1,2 km de ida aunque a mí me pareció algo más. El primer tercio del recorrido es de bajada paralelo al río Malvedillo, para luego girar a la derecha, ya con buen desnivel, siguiendo al arroyo responsable de nuestro salto de agua objetivo.





Nada más empezar a subir, un cartel me anuncia que el camino está cortado por desprendimientos, pero claro, yo sigo (como decía el malogrado Joe Rígoli) para comprobar enseguida que hay un tramo dañado posiblemente por alguna gran roca y que hay que pasar con precaución. También señalar que la cobertura telefónica suele fallar por estas zonas.





Hay varios puntos donde el suelo de guijarros de pizarra se sustituye por tiras transversales de madera y mástiles verticales con cables quitamiedos protegiendo el flanco del arroyo. La subida supone el esfuerzo justo para arrancar a sudar y abrir apetito. Señalar que el chorro es bastante alto (dicen que 100 m.) y se encuentra escondido en un recodo, no siendo visible hasta que no se está encima de él, vamos que a 50 metros, se oye pero aún no se ve.





Tras la subida al Chorro de la Meancera, ya no me daba tiempo para ir a comer a la hospedería San Martín de Trevejo, según tenía planificado pues tenía hora y media de trayecto, así que para recuperarme del “esfuerzo” comí en El Gasco, en el bar El Bodegón, sitio humilde de comida casera y copiosísimos platos (limón hurdano y maza de cordero). Había tres menús (9, 12 o 20€) que compartían los primeros platos y variaba el precio con los segundos. Además aproveché para charlar con mi vecino de mesa, que era un repartidor de hostelería y buen conocedor de la zona, que me recomendó que no me perdiera Eljas (junto a San Martín de Trevejo) y Robledillo de Gata, como pueblos pintorescos.




Ya de regreso desde El Gasco hacia la carretera principal, en las proximidades del cercano Martilandrán, hay otro mirador (en la ida no podía parar) sobre un precioso meandro del río Malvellido.

Otro bonito pueblo a destacar en mi recorrido es el de Nuñomoral, por sus casas y los amplios espacios junto al río.





Debo decir que la fauna autóctona se compone cabras, ovejas, caballos y vacas de todos los colores (negras, blancas, rojas y “jaspeas”). No vi cerdos ni gamos o similar, tan solo ratones y muchas cigüeñas pues tienen comida y multitud de humedales. También aves rapaces.

La siguiente parada fue ya en la sierra de Gata, en San Martín de Trevejo. La hospedería se encuentra tomando una calle a la izquierda nada más llegar al pueblo, a unos 100 metros por trayecto muy estrecho e incómodo, donde no caben dos coches. El edificio es blanco, con aspecto de falta de mantenimiento y de resultas fue la hospedería que menos me gustó. Sin embargo el pueblo es bonito, con estampas muy típicas, con agua encauzada bajando en pendiente y con un habla-dialecto propio.





Tras salir de San Martín de Trevejo, al llegar al pueblo de Cilleros, me sorprendió el contraste de su arquitectura blanca, estilo andaluz, con la arquitectura de pizarra que dejamos atrás.

Uno de los pocos pueblos grandes por los que pasé fue el de Moraleja. Tiene una recta de más de 2 km. donde el GPS me anticipaba de forma sorprendente retención. Pensé que quizá estaban en fiestas, pero no, cuando llegué vi que la curiosa recta tenía más de 20 semáforos que además se ponían todos rojos a la vez para facilitar el tráfico transversal y en efecto, había coches.






La cuarta hospedería a visitar era Alcántara y tenía un largo recorrido por delante así es que me relajé conduciendo oyendo música. Por cierto que en la radio se sintonizan más emisoras portuguesas que españolas. Pero el GPS me la jugó (a saber donde me llevaba) y cuando me dí cuenta me había costado casi una hora de tiempo y muchos kms de recorrido extra. Llegué ya de noche. Como 1 km. antes de llegar se encuentra su famoso puente, solitario y algo desangelado pero bien iluminado. La hospedería se encuentra en la entrada, algo retirada del centro del pueblo, al que no llegué a visitar debido a que ya iba con retraso. Como principal aliciente, me hablaron del inminente proyecto “Tajo Internacional” centrado en el recorrido fluvial del río con diversos trayectos. Esta hospedería también me gustó bastante.





La quinta y última hospedería a visitar fue la de Puente Alconetar, en Garrovillas. Desde Alcántara hay una carretera directa (31 kms). Esta hospedería se encuentra en una plaza muy bonita (pero falta de comercio y de ambiente), en un “palacete” muy chulo y bastante grande. Ni el pueblo ni la zona me llamaron la atención. 

Ya de regreso, pasé por Plasencia para cenarme mi zorongollo que esta vez no me gustó tanto como en otras ocasiones y la ya clásica hamburguesa de retinta, está sí, exquisita como siempre.


CONCLUSIÓN:

Las 4 favoritas son:

Valle de Ambroz (Hervás)
Hurdes Reales (Las Mestas)
Alcántara
Mirador de Llerena (Badajoz)

y el resto:

Jerte: solo en floración de cerezos
SM Trevejo (Sierra de Gata): solo para recorrer la sierra de Gata
Monfragüe: solo para amantes de la observación de aves
Pte Alconetar-Garrovillas: sólo de paso hacia Portugal


     
Gracias por tu visita ¡¡Hasta pronto!!
                                             
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sábado, 29 de marzo de 2014

Valle del Jerte, Cáceres


 AUTOR: J.L.V.A.




Un día en el valle del Jerte:

Pues debo reconocer que mi primera excursión al valle del Jerte ha sido una grata sorpresa. Inicialmente prevista para ser realizada con Miguel y cancelada por su operación, se convirtió finalmente en una especie de regalo del día del padre que me hicieron mis hijos, sin duda, uno de esos días que no se olvidan nunca.







Teníamos previsto realizar un par de “caminatas” que por si mismas ya justificaban el desplazamiento pero llevábamos el caramelito de intentar pillar algo de la floración de los cerezos que sabíamos que sucede progresivamente, comenzando en la zona más baja y cálida del valle; aunque la semana anterior no había ná de ná, según iba controlando en la página oficial de turismo del valle del Jerte, el apretón de buen tiempo ha logrado en solo un par de días una floración cercana al 50% que sirvió al menos para no decepcionarnos.

Salimos de casa a las 6:30, ya con algo de retraso sobre lo previsto, vía Ávila y regresamos a la 1:30 del domingo vía Talavera. El día se aprovechó a tope y casi se nos queda pequeño.


La lluvia nos acompañó en el viaje hasta el desayuno y la niebla nos impidió ver las vistas desde el mirador del puerto de Tornavacas, único lunar, por lo que quedó pendiente para el jueves 27, en que pienso regresar a disfrutar en plan más tranquilo en principio, de la famosa floración, que ya estará en plenitud. 





El valle del Jerte abarca unos 40 km. lineales, que recorre la N-110 de forma paralela al cauce del río, desde el puerto de Tornavacas en dirección a Plasencia, jalonada por un puñado de pueblos siendo su centro neurálgico la terna compuesta por Jerte, Cabezuela del Valle y Navaconcejo, aunque en toda la zona la vida se mueve en torno al mundo de la cereza, base de su desarrollo turístico. Se ve que el microclima de la zona resulta perfecto para esta fruta, donde las numerosas gargantas a ambos lados del recorrido suministran agua en abundancia a la vez que nos ofrecen paisajes y saltos de agua que posibilitan un senderismo enriquecedor y fuera de lo habitual.




Previamente al paseo senderista pensaba realizar un recorrido circular en coche por los pueblos de ambas vertientes, principalmente para admirar el paisaje pero finalmente por la premura del tiempo tuve que reducirlo a la mitad.





Aunque yo creía que iba profusamente documentado me acerqué a la oficina de turismo para ver si me proporcionaban algún plano más detallado sobre las dos rutas que pensaba realizar. No fue así pero pude escuchar las recomendaciones que le estaban dando al turista anterior a mí, sobre lo interesante de visitar dos puntos: cascada Marta y cascada del Caozo, ambas accesibles a pocos metros de la carretera, en Valdastilla la primera y camino de Piornal la segunda. Una se ve desde abajo y la otra desde arriba pero ambas espectaculares, pudiendo admirarse desde unos privilegiados estructuras balconadas construidos con enrejado de hierros.




La primera ruta que hicimos, ya casi al final de la mañana, fue la de las “Cascadas de las Nogaledas”o simplemente Garganta de las Nogaledas, en Navaconcejo. Es una ruta circular que sube por un camino algo exigente en pendiente, perfectamente acondicionado, con cuerdas y cables quitamiedos en algunas zonas y hasta con escalones de piedra o con troncos de madera, vamos que lo suben hasta los niños. Puede ser poco más de 1 hora de subida y algo menos de bajada, ésta por una pista asfaltada que abandona el agua para recorrer una zona de terrazas de cerezos. La subida paralela al cauce del riachuelo (río diría yo, dado el caudal) es una progresión de cascadas continuas, contando 5 o 6 solamente numerando las más grandes y claro, en cada punto-mirador o recoveco del camino paradita para la foto de rigor, bien hacia la cascada o bien hacia el paisaje, lo que penaliza la duración de la ruta, pero también nos sirve para ir descansando, sin perder fuelle aunque tampoco se puede coger ritmo en ningún momento. 






Tras mover el coche unos pocos kms hasta la Garganta de los Infiernos, en la vertiente opuesta, comenzamos la ruta hacia Los Pilones, que son una curiosa sucesión de pozas horadadas por el agua en el granito (pilones) por donde el rio va pasando de una a otra, aptas para el baño en verano. En este punto debo incluir que a lo largo del valle del Jerte hay más de una docena de piscinas naturales, repartidas por los diferentes pueblos, acondicionadas muchas de ellas con chiringuito y hasta con arena, muy concurridas en verano. Esta ruta de los Pilones son poco más de 3 km de subida (menos de 1 hora) y otro tanto de bajada. La subida la hicimos por un sendero muy bien señalizado con el primer km algo duro y y la vuelta por una pista asfaltada bastante aburrida casi paralela al sendero. Al final de la ruta se encuentran los pilones que son el único punto de interés (sobre todo después de haber visto la ruta anterior de las Nogaledas). Tras llegar a un puente se cruza al otro lado del rio y se circula por un camino esculpido en la roca, con multitud de cuerdas y apoyos, pudiendo observarse los pilones durante unos 100 metros hasta llegar a una fuente (fuente de los pilones), lugar de parada obligatoria para tomar el bocata. Esta ruta, es susceptible de ampliarse todo lo que queramos extendiendo su alcance y convirtiéndola en circular. Aunque la fama la tiene la garganta de los infiernos (quizá por lo sonoro de su nombre) a mí particularmente me gustó más la ruta de las Nogaledas, puede que por el encanto de lo no esperado.




Por la tarde finalizamos en Plasencia y tras un recorrido por las calles fuimos a cenar de tapas en el Succo y en el Tentempie, verdaderamente espectacular, tanto de presentación, como de sabor y encima bastante bien de precio. Y el broche fue tomar el cafetito y el rooibos en el Parador.

En resumen, una jornada inolvidable rodeado de mis hijos y sorprendentemente sin discusiones.

                                            

Gracias por tu visita ¡¡Hasta pronto!!
                                             
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jueves, 19 de septiembre de 2013

Trujillo, Cáceres

Si las piedras hablaran…

Cuántas veces hemos oído o dicho esta breve frase, pues bien, en Trujillo, las piedras hablan, y hablan de historia, de arte, de conquistas…




Trujillo es una ciudad monumental de la provincia de Cáceres, en la comunidad autónoma de Extremadura, en España. Tierras con un clima muy extremo, con inviernos muy gélidos y veranos muy calurosos, lo que convierte a la primavera y el otoño en las estaciones ideales para su visita.





Está situada sobre una colina de granito, a 586 metros de altitud. Su fundación se pierde en el tiempo, se dice que incluso pudo ser fundada por el mismísimo Julio César; los romanos la llamaron Turgalium, los árabes Torgiela y los castellanos Truxellum.

El nombre de la ciudad de Trujillo va, inevitablemente, unido a nombres de conquistadores; Francisco Pizarro, fundador de Lima; Francisco de Orellana, el primer europeo que vio el río Amazonas; García de Paredes, fundador de la homónima ciudad de Trujillo, en Venezuela; Nublo de Chávez, fundador de Santa Cruz de Bolivia; Francisco de las Casas y un largo etcétera de capitanes y hombres que participaron en la conquista del nuevo mundo.






De Trujillo nos sorprendió, la primera vez que llegamos a ella, su enorme Plaza Mayor; presidida por una estatua ecuestre del conquistador más famoso de la ciudad, Francisco Pizarro; con  soportales y escaleras, rodeada de enormes mansiones señoriales, como las de Orellana y Juan Pizarro, la de los Hinojosa, la de los Bejarano, la de los Piedras-Alba, la de los Vargas Carvajal o la de los Chaves-Mendoza, la Casa de las Cadenas y un largo etcétera de casas y palacios repartidos por sus calles adyacentes, algunos de ellos convertidos en regios hoteles, como el Palacio de Santa Marta. Iglesias, como la de Santa María la Mayor; la de Santiago, de San Martín o el convento de Santa Clara, convertido en Parador de Turismo.






Trujillo posee un recinto amurallado coronado por un castillo de origen árabe, de clara hechura militar, desde el que se domina todo el territorio.





Tras la conquista de América Trujillo alcanzo su máximo esplendor, los conquistadores trajeron gran cantidad de riquezas y tesoros que invirtieron en la villa, construyeron magníficos palacios y dieron un gran impulso arquitectónico. Un patrimonio de enorme valor histórico y artístico que ha hecho de esta ciudad cacereña una de las más bellas y visitadas de Extremadura.


En el casco histórico de Trujillo las piedras de calles, caminos y edificios nos hablan de historia a cada paso…

Gracias por tu visita ¡¡Hasta pronto!!
                                             
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