Cuenca es la capital de la provincia con el mismo nombre perteneciente a la Comunidad autónoma de Castilla la Mancha, en España. Está
situada a 997m sobre el nivel del mar sobre un espectacular y elevado
montículo rocoso entre los ríos Júcar y Huécar.
La imagen de Cuenca va inevitablemente ligada a las Casas Colgadas, símbolo de la ciudad, una imagen que se puede apreciar a las mil maravillas desde el Convento de San Pablo, hoy en día parador de turismo de Cuenca. Allí quedamos, hace algún tiempo ya, con un grupo de amigos venidos de diferentes lugares de la geografía española. Con ellos paseamos al anochecer por el casco antiguo de la ciudad.
Nada más salir del parador atravesamos el Puente de San Pablo, una pasarela de hierro y madera suspendida en el abismo, construida para unir los dos márgenes del río Huécar, con unas vistas de vértigo es un magnifico palco para ver las Casas Colgadas. En el otro lado nos espera el casco histórico que, si es precioso a la luz del día, multiplica su magia al caer la noche.
Al anochecer el casco histórico de Cuenca parece volver al Medievo, a lo que contribuye, y mucho, la luz tenue y anaranjada del alumbrado público. Nuestros pasos resuenan en las calles vacías de la ciudad, el frío del invierno, y unos copos de nieve caídos esa misma tarde hacen que las calles estén mojadas y solitarias, contribuyendo aun más a ese ambiente medieval y mágico.
Cuenca está declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco y fue una de las candidatas a Capital Europea de la Cultura en 2016.
Cuenca es única, como bien decían en su eslogan publicitario de turismo y como pueden constatar todos los que la visitan.
La imagen de Cuenca va inevitablemente ligada a las Casas Colgadas, símbolo de la ciudad, una imagen que se puede apreciar a las mil maravillas desde el Convento de San Pablo, hoy en día parador de turismo de Cuenca. Allí quedamos, hace algún tiempo ya, con un grupo de amigos venidos de diferentes lugares de la geografía española. Con ellos paseamos al anochecer por el casco antiguo de la ciudad.
Nada más salir del parador atravesamos el Puente de San Pablo, una pasarela de hierro y madera suspendida en el abismo, construida para unir los dos márgenes del río Huécar, con unas vistas de vértigo es un magnifico palco para ver las Casas Colgadas. En el otro lado nos espera el casco histórico que, si es precioso a la luz del día, multiplica su magia al caer la noche.
Al anochecer el casco histórico de Cuenca parece volver al Medievo, a lo que contribuye, y mucho, la luz tenue y anaranjada del alumbrado público. Nuestros pasos resuenan en las calles vacías de la ciudad, el frío del invierno, y unos copos de nieve caídos esa misma tarde hacen que las calles estén mojadas y solitarias, contribuyendo aun más a ese ambiente medieval y mágico.
Llegamos a
la Plaza Mayor, en ella; la Catedral, con
ese aspecto de inacabada eterna. El Ayuntamiento,
con sus arcos por los que atraviesa el tráfico rodado y los viandantes. Mesones, tabernas y tiendas de artesanía
ocupan su espacio en esta gran plaza de forma irregular, tan diferente a las
típicas plazas castellanas y a la que volveríamos a la mañana del día siguiente
a dar buena cuenta del tapeo, tan típico en este país. ¿Donde lo hicimos? ¿Cuál
es el mejor local? La respuesta - como nos dijo un amigo- el que este más lleno.
Continuamos
el paseo por la calle que sube hacia el Mirador
de Castillo, castillo del que a simple vista solo queda; un torreón, dos
cubos cuadrados, un trozo de muralla y la puerta de entrada a la ciudad. Desde lo alto, las hoces del
Júcar y del Huécar son un espectáculo digno de ver a cualquier hora del día o
de la noche.
En Cuenca hay mucho más para ver, tanto en la
ciudad como en la provincia; La Calle
Alfonso VIII, con sus rascacielos de colores. La Torre Mangana, el reloj de la ciudad. Conventos e Iglesias, tantos, que a algunos les ha dado por
llamarla el pequeño Vaticano. El Museo de Arte Abstracto Español,
en las Casas Colgadas. Las Torcas, enormes depresiones del terreno calcáreo. La Ciudad Encantada y las Majadas,
fenómenos geológicos con formas caprichosas. El Ventano del Diablo, un mirador
natural desde el que asomarse al río Júcar. Parajes con mucho encanto, como el Nacimiento del río Cuervo, monumento natural. Todo ello son solo una pequeña muestra de lo
que esta provincia posee, un patrimonio cultural y natural únicos.
Gracias por tu visita ¡¡Hasta pronto!!