Mirambel... mirada bella
Mirambel es una coqueta localidad medieval del Maestrazgo turolense, por la que pasear plácidamente, admirar sus edificios y fijarse en sus detalles.
Su nombre lo dice todo, Mirambel, mirada bella, esta villa del Maestrazgo turolense es poseedora de premios como la Medalla de Oro Europa Nostra de 1983, entregado por S.M. Doña Sofía, y está declarado Conjunto Histórico Artístico, entre otros galardones.
Mirambel fue construido exclusivamente para el descanso, los templarios, fundadores de esta joyita, buscaron un sitio en mitad del valle donde el clima fuera más suave. En su interior, una fuente que según dicen no se ha secado nunca. Rodeado de una muralla y un sistema defensivo de torreones desde los que se comunicaban, se cree que con espejos, con las torres de los castillos cercanos. Mirambel estaba protegido por los castillos de Cantavieja, Olocau del Rey, Morella y Castellfort.
Mirambel jugó un papel importante en la primera guerra Carlista, entre sus muros tuvo alojados al General Cabrera, llamado el tigre del Maestrazgo y al mismísimo Archiduque Carlos, Carlos Mª Isidro, pretendiente al trono de España.
En esta guerra la villa sufrió algunas destrozas importantes, como la sufrida en la iglesia, en la que se habían encerrado una partida de liberales a los que prendieron fuego. Se dice que el incendio duro ocho días, salvándose solo las paredes.
Hoy en día aun se pueden leer en las entradas de algunas casas importantes, las marcas que ponían para saber quien se alojaba en ellas, su cargo, así como los caballos que le acompañaban. Mirambel fue la sede suprema del Carlismo de Aragón, Valencia y Murcia.
La belleza de Mirambel no paso desapercibida a Pío Baroja, que se quedo un tiempo en ella y que fue su inspiración para su obra "La Venta de Mirambel".
Después de muchos años, incluso ya en otro siglo, y de saber un poco de su larga historia, llegamos a esta villa de nuevo, esta vez con ganas de admirar hasta el último detalle.
Aparcamos el coche a la sombra de la muralla, a los pies de la Torre del Portal de las Mojas, llamado así por albergar el convento de las Agustinas Ermitañas, de clausura.
Entramos por él hacia la calle Mayor, nada más traspasar el portal se hace imprescindible volver la vista atrás para admirar el rincón más característico de la población. Una interesante celosía de yeso del convento de las monjas.
Seguimos nuestro paseo por unas calles empedradas al estilo más antiguo, con cantos rodados, no aptas para tacones ni zapatos de suela fina.
Casas solariegas, la plaza de la Iglesia, la Casa Consistorial, la plaza de Aliaga y muchas calles por las que adentrase llenas de rincones para admirar. Puertas de madera muy trabajadas, rejas y demás. La población cuenta con cuatro portales más, aparte del de las Monjas.
Muchos son los directores de cine y TV que se han fijado en ella para sus rodajes, también el compositor turolense, Antón Gracia Abril, plasmo en su obra "Preludios de Mirambel" lo que en esta villa vio.
Solo añadir una recomendación, que, si os acercáis a esta joyita del Maestrazgo turolense, lo hagáis con la batería de la cámara bien cargada y con espacio suficiente en la memoria, pues estamos seguros que disfrutareis haciendo fotos a tutiplén.
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