miércoles, 19 de octubre de 2011

Peñíscola, Castellón

Mantenerse en sus trece ¿y quien no lo ha hecho alguna vez?



Entre los siglos XIV y XV el cisma de occidente marcaría la historia de la iglesia con la presencia simultánea de dos papas, en Avignon y Roma.


Tras la muerte de Clemente VII, el papa de Avignon, se nombra como sucesor a Pedro Martinez de Luna, nacido en Illueca, Zaragoza, que tomo el nombre de  Benedicto XIII, más conocido como “El Papa Luna”.

El Papa Luna trasladó su sede papal de Avignon primeramente a Barcelona y, más tarde, la trasladó nuevamente hasta la población valenciana de Peñíscola, en la provincia de Castellón.

Peñiscola es una población situada en un tómbolo, de origen musulmán, conquistada por Jaime I quien la cedido a la orden del temple. Posteriormente, Jaime II, la cedía nuevamente a la orden de Montesa. 
En 1411, el maestre de la orden, Romeo de Corbera, donó el castillo a Benedicto XIII. Durante esa época se añadieron nuevas construcciones, dotándolo de una buena biblioteca y Basílica Pontificia.

En este nuevo emplazamiento de la sede papal, el pontífice se encontraba en una fortaleza que las leyendas consideraban inexpugnable.

Construido sobre una alcazaba árabe, este castillo posee un embrujo, una energía que nos invade al acceder a él. Posiblemente sea porque fue construido encima de unos pasadizos creados de forma natural que conectan directamente con el mar, transmitiendo su sonido, su brisa y su aroma al interior del castillo.

Uno de estos pasadizos conduce a las mazmorras, incluso hay uno que conecta directamente el mar con el centro de la ciudad.

El castillo, construido sobre la misma roca del acantilado, posee unas escaleras ocultas que servirían de escapatoria al pontífice en caso de peligro.

Benedicto XIII fue un Papa activo, en la gran biblioteca de su castillo, no tenía únicamente libros de religión, sino que también los tenía de ciencias, de astronomía, filosofía, alquimia y matemáticas lo que le dotó de grandes conocimientos sobre la vida y el universo.

Cuándo alguien discutía con Benedicto XIII, sus amplios conocimientos le servían para acallar la opinión de los demás y mantenerse firme en sus convicciones, de ahí surgió la famosa expresión "Mantenerse en sus trece", por el papa Benedicto XIII






Pero no todo fue alegría en la vida del pontífice, pronto sus rivales comenzaron a sentir envidia y la iglesia quiso eliminarlo para así poder centralizar de nuevo sus poderes en Italia.

Le acusaron de tener como aliado al mismísimo diablo, de haber firmado un pacto con Satanás para poder adquirir así su sabiduría y se le calificó oficialmente por la iglesia como hereje y antipapa.

Don Pedro Martínez de Luna, terminó sus días en relativa paz en el castillo de Peñiscola, a pesar de los muchos intentos de envenenamiento a los cuales sobrevivió.

Benedicto XIII murió el 23 de mayo de 1423 con el convencimiento de ser el autentico Papa

Se dice que cuándo se abrió su tumba para trasladar sus restos mortales desde Peñíscola a Illueca, su pueblo natal, el pueblo entero de Peñíscola quedó invadido por un intenso olor a rosas. 


Por desgracia, debido al saqueo llevado a cabo por sus detractores, sus restos mortales fueron arrojados posteriormente a un río, .

Según una profecía de San Vicente Ferrer; algún día los niños jugarían con la calavera del Papa Luna como si fuera una pelota. 

En el año 2000, se descubrió en el patio de un colegio de Saviñan, Aragón, que los niños estaban jugando a fútbol con algo semejante a una calavera humana. Tras la datación realizada con carbono catorce, se ha establecido que, seguramente, ésta sea la verdadera calavera del Papa Luna.
                                         
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