martes, 12 de mayo de 2015

Conjunto medieval de Montañana, en la Comarca de Ribagorza, Huesca, Aragón.



Pasear por Montañana es como hacer un viaje al pasado, en el que el tiempo parece haberse detenido en plena Edad Media.





Montañana está situada en un promontorio entre dos barrancos, el de San Miguel y el de San Juan, que aportan sus aguas al río Noguera Ribagorzana. De fácil acceso desde la N-230, tomando un desvió de tan solo 1km. por una carretera en buen estado.




La localidad sufrió la despoblación, como tantos pueblos y aldeas de nuestra geografía, hasta quedar prácticamente deshabitada, trasladándose sus pobladores y sus servicios básicos a un burgo más moderno y accesible, Puente de Montañana.




En la actualidad, tras décadas de declive, se están llevando a cabo obras de rehabilitación, devolviendo al pueblo el aspecto de antaño.




La visita a Montañana se puede comenzar subiendo hasta la Torre y el mirador de las Eras, emplazamiento desde el cual podemos contemplar el entramado urbano de Montañana y el lugar en el que se asienta.






El paseo por Montañana nos transporta al Medioevo: laberínticas calles empedradas, casas de piedra de varias alturas adaptadas al terreno y cubiertas de 
teja árabe, con misteriosos pasadizos y porches. 




El núcleo urbano de Montañana está dividido en dos barrios y unido por un puente de doble arcada, del siglo XVI y uno de los emblemas del pueblo, que salva el barranco de San Juan.






Edificaciones singulares; como el Palacio de los Condes y la casa Pasadizo, por la que nos adentramos en la parte más antigua de la población, la calle Mayor, en la que se encuentran los inmuebles más representativos de Montañana. Por ella vamos ascendiendo hasta la zona amurallada. 




En lo alto, la torre de la cárcel, la mejor conservada del conjunto, y la iglesia de Baldós, templo del siglo XII de origen románico; con pinturas murales góticas, campanario del siglo XV, decoraciones barrocas y una interesante portada con episodios bíblicos en sus capiteles.





En la parte baja, un poco apartada de la población, se encuentra la ermita de San Juan Bautista, del S.XIII, un edificio con características del románico que fue el primero en restaurarse.






En la población hubo otra ermita, la de San Miguel, la cual se desmantelo para construir la escuela y de la que hay algunos sillares en la fachada del ayuntamiento.





Pasear por Montañana es como hacer un viaje al pasado, en el que el tiempo parece haberse detenido en plena Edad Media.

  

Gracias por tu visita ¡¡Hasta pronto!!
                                             
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domingo, 10 de mayo de 2015

Del Congost de Mont-rebei a las Escaleras de Montfalcó. Un sendero de vértigo, no apto para todos los públicos.




El Desfiladero de Mont-rebei es un espacio de Interés Natural de la Sierra del Montsec, entre las provincias de Huesca y Lérida, entre las comarcas de la Ribagorza y el Pallars Jussà.






Entre Aragón y Cataluña el desfiladero de Mont-rebei corta de norte a sur la sierra del Montsec. El río Noguera Ribagorzana, ha creado un inmenso cañón de paredes verticales de hasta 500 metros de altura y de tramos en los que no pasa de los 50 metros de anchura. Un desfiladero que, gracias a un sendero tallado en la roca, se puede recorrer con relativa facilidad, aunque no exento de riesgo dada su altura y su anchura, un sendero no apto para todos los públicos, un sendero de vértigo.






Desde la localidad de Puente de Montañana tomamos la carretera hacia Tremp, la C-1311, tras pasar el puente sobre el río Noguera Ribagorzana, frontera natural entre Cataluña y Aragón, seguimos las indicaciones hacia Tremp, a los pocos metros tomamos el desvío hacia Castissent/ La Clua/ Reserva del Congost de Mont-rebei 8km.






La carretera es estrecha, con tramos de asfalto en mal estado, en una de las curvas se encuentra el mirador de les Llúdrigues, en el borde derecho, desde el que se divisa el desfiladero al que nos dirigimos. 







Ya en la pista de acceso un letrero nos da la bienvenida al Espacio Natural del Congost de Mont-rebei y siguiendo por ella llegamos al aparcamiento de la Masieta, de pago en julio y agosto, y festivos de marzo a diciembre, y al Centro de Información, atención al público, de 9h. a 17h. en las mismas fechas que el pago del aparcamientoEn el área hay mapas, paneles informativos y las indicaciones de varios senderos.





Desde la Masieta parte el sendero GR 1, marcas blancas y rojas, que nos adentra en el cañón; al poco de empezar se divide en dos: uno por la parte alta, camí de les tarteres, con fuertes pendientes, y el otro por el pantano, solamente si esta vacío. (Nosotros fuimos por el de arriba y volvimos por el de abajo, mucho más agradable y suave, a pesar de estar el pantano lleno no tuvimos ningún problema, en los lugares en que el camino esta anegado hay senderos que lo bordean).






Tras media hora caminando llegamos al puente colgante, la primera prueba de vértigo. Lo atravesamos sin ninguna dificultad por nuestra parte. El puente se ve seguro y bien anclado, se mueve, pero solo un poco. De aquí en adelante y hasta llegar al desfiladero propiamente dicho, el camino transcurre entre vegetación y con el verde turquesa del agua a nuestro lado. 






Pronto comienza los tramos en los que la senda ha sido tallada en la roca, de poca anchura y mucha altura, en los que cogerse del cable pasamanos parece una buena idea.









El trayecto en este tramo del desfiladero es muy espectacular, va ascendiendo suavemente a la vez se va estrechando el cañón, con unas vistas impresionantes y con mucho viento en los salientes. En algunos puntos de la ruta hay instalados unos bancos que hacen a la vez de barandilla.




Llegamos al final del desfiladero pero nuestro camino continúa, queremos llegar hasta el Congost de Siegué, atravesar otro puente colgante que une Lleida y Huesca, Cataluña y Aragón, y llegar hasta la primera de las escaleras del Camino Natural de Montfalcó. Unos tramos aéreos de pasarelas de madera que cuelgan de paredones rocosos de manera vertiginosa. 





Después de un tramo que parece tierra de nadie, sin acondicionar, señalizado como GR, empiezan unos tramos con barandillas, escaleras y paneles informativos. Estamos en el tramo acondicionado como Camino Natural de Montfalcó al Congost de Mont-rebei. A lo lejos se divisa el puente metálico sobre el embalse de Canelles, y, si nos fijamos, podemos ver en las paredes la primera de las escaleras zigzagueantes fijada sobre la roca.








Desde el puente del Congost de Siegué, de 35 metros de longitud, hasta la primera de las escaleras, la pendiente es muy fuerte, larga y el terreno muy abrupto, el sendero asciende sinuoso por la ladera hasta la cima de la primera pared vertical, sobre la que está instalada una de las dos pasarelas adosadas a la roca. Desde arriba la vista de las escaleras es escalofriante y bajarla emocionante.







El regreso lo efectuamos por el mismo recorrido a la inversa, a excepción del último tramo que lo hacemos bordeando el pantano. En total hemos invertido algo menos de seis horas, caminando tranquilamente y haciendo muchas paradas, fotos, almuerzo y comida. Un recorrido de tramos duros en que hemos salvando, en ocasiones, fuertes repechos y partes complicadas, pero en el que, sin duda, el esfuerzo ha merecido la pena. 





Es uno de los senderos más vistosos, espectaculares y vertiginosos que hemos recorrido hasta la fecha.

   

Gracias por tu visita ¡¡Hasta pronto!!
                                             
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viernes, 8 de mayo de 2015

Alquézar, Comarca Somontano de Barbastro, Huesca, Aragón.




A la belleza de “Uno de los Pueblos más Bonitos de España”, se une el encanto de la Ruta de las Pasarelas del río Vero, formando, en conjunto, uno de los destinos más atractivos de cuantos hemos visitado.





La Villa de Alquézar pertenece a la Comarca Somontano de Barbastro. Dentro del Parque Natural de la Sierra y los Cañones de Guara, a los pies del pirineo oscense.  Asentada en un inmejorable emplazamiento, en lo alto de un roquero, domina las espectaculares gargantas del río Vero. Situada equidistante 
de Huesca capital y de Barbastro.






Su historia se remonta al dominio árabe. A principios del siglo IX, Jalaf ibn Rasid, mandó construir una fortaleza, Al-Qásr, para defenderse de los ataques del condado cristiano de Sobrarbe y proteger el acceso de la ciudad de Barbastro. A ese antiguo alcázar árabe, del que no queda nada, le debe el nombre la Villa de Alquézar.






Nada más llegar ya se comprende por qué Alquézar se ha convertido en un referente turístico en Aragón. Desde el mirador Sonrisa del Viento, en la zona de aparcamiento, se disfruta de una de las vistas más bonitas y fotografiadas de la Villa de Alquézar.





Comenzamos nuestro recorrido por el entramado de calles irregulares y callizos, con soportales y casonas de antigua tradición, encaminado nuestros pasos hacia la Colegiata de Santa María la Mayor, majestuosa construcción a la que se accede a través de un recinto defensivo con trazado en zigzag. 


En Alquézar se palpa la historia. 



La visita a la Colegiata nos lleva algo menos de una hora. El claustro conserva capiteles historiados de época románica y unas interesantes pinturas murales. En la iglesia, en el coro, se conservan unos libros en latín y gregoriano, propios de catedrales. 







Tras la visita a la colegiata nos dirigimos al comienzo de la Ruta de las Pasarelas del río Vero. Una ruta circular que empieza y acaba en el pueblo.

(Editado abril de 2019 ¡¡ATENCIÓN!! Aviso importante. Para acceder a las pasarelas es necesario comprar un ticket. Más información y compra en el siguiente enlace:
http://bit.ly/2Uk8DFV





Desde la colegiata desandamos lo andado y seguimos las indicaciones que nos llevan hacia el inicio de la ruta.





Al poco de empezar, fuera ya del entramado urbano, nos percatamos de por qué a esta ruta se conoce con el nombre de Las Pasarelas de Alquézar, en seguida están las primeras, de madera, que facilitan, y mucho, la bajada de fuertes pendientes al Barranco de la Fuente, afluente del Vero. Unas infraestructuras que nos ponen en bandeja una excursión alucinate por bellos paisajes de la Sierra de Guara. 





En el primer tramo, siete pasarelas descienden hacia el fondo del barranco, entre paredes de roca caliza; con numerosas oquedades donde habitan las aves, buitres en su gran mayoría, rodeadas de vegetación adaptada a la humedad y frescura de estas gargantas.





Ya en el fondo del cañón, el sendero discurre paralelo al cauce del río Vero. Llegamos a un cruce señalizado, en el que, desviándonos un poco del trayecto, podemos ver la Cueva Picamartillo; inmensa e impresionante.







Después de un tramo caminado junto al río, lo hacemos ahora sobre él, por pasarelas metálicas muy bien ancladas a la roca.









Llegamos a una pequeña presa, restos de un azud, que retenía el agua para ser encauzada hacia un molino harinero. 




Desde la presa continuamos hacia la central eléctrica y nos adentramos por un tramo muy espectacular, cubierto por una enorme roca que incluso nos obliga a agacharnos un poco. 





En unos metros vuelven las pasarelas que salvan el tramo más complicado del río Vero, alcanzando en algunos puntos una altura considerable, gracias a las cuales se puede transitar este sendero de una forma cómoda y agradable, cautivandonos a cada paso. En él aún podemos ver las antiguas pasarelas, por debajo de las actuales, colocadas en el siglo pasado para facilitar el acceso a los trabajadores de la central eléctrica, la cual abastecía de electricidad Alquézar a principios del siglo XX. Este tramo está considerado el más representativo de la ruta.








Desde la presa emprendemos el sendero, bien señalizado en todo momento, camino del pueblo. Vamos ascendiendo en pendiente continua, en algunos tramos bastante pronunciada y escarpada, entrando en una zona de cultivos, en su mayoría olivos, cultivo muy antiguo en el Somontano de Barbastro, con ejemplares centenarios.






Seguimos ascendiendo y pronto llegamos Alquézar, principio y fin de la Ruta de las Pasarelas del río Vero, en la que hemos invertido algo menos de dos horas.




Un destino de lo más completo, cien por cien recomendable y al que sin duda volveremos.






Gracias por tu visita ¡¡Hasta pronto!!
                                             
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