lunes, 15 de enero de 2018

Monumento Natural de las Sequoias del Monte Cabezón



Todos hemos oído hablar del Parque Nacional de las Secuoyas gigantes de California, en Estados Unidos, lo que quizá no es tan sabido, es que en nuestro país, en España, también tenemos un bosque de esta especie. Cierto es que no son tan gigantes, darles tiempo y veréis, pero también es verdad que no hay que cruzar el charco para admirarlas, las tenemos a un paso de casa, bueno o a dos, en la bonita comunidad Cántabra.





Justo en el limite entre los términos de Cabezón de la Sal y Udias, al pie de carretera CA- 135, que une las localidades de Cabezón de la Sal y Comillas, aproximadamente en el PK 2, se encuentra el acceso al Monumento Natural de las Sequoias del Monte Cabezón.




El lugar esta señalizado, no tiene perdida, dispone de dos aparcamientos, uno justo en la entrada del monumento, de pocas plazas, dos de ellas reservadas para minusválidos, y otro, con más capacidad, a unos metros del primero, con acceso peatonal señalizado por el arcén. 






Nosotros, dadas las fechas en las que lo visitamos, pudimos aparcar en el primero, en la puerta.
El acceso al bosque está, en su primer tramo, adaptado a personas con movilidad reducida, una pasarela de madera que se adentra en el bosque unos 200 m., con una pendiente de 4,5% que facilita el acceso en silla de ruedas y carritos, prohibido para bicis y motos, y que se toma como entrada principal para todos los visitantes, evitando así la erosión en el resto del parque. 







El camino comienza con un bosque mixto; robles, hayas y castaños, entre otras especies, que lo hace especialmente atractivo en otoño. Las secuoyas se encuentran a pocos metros de comenzar, y se distinguen rápidamente por su esbeltez, la verticalidad y anchura de sus troncos y su altura. Son arboles de la familia de las coníferas, por lo que no pierden sus hojas. Un árbol inhabitual en Cantabria que llego aquí como consecuencia de las políticas forestales de otras épocas, en las que se buscaban especies de repoblación forestal de rápido crecimiento, y productivas, para abastecer a la industria maderera. A día de hoy este bosque, con sus 850 Sequoias sempervirens, forma la masa forestal más grande de Europa de esta especie. Ejemplares que oscilan entre los 40 y 50 metros de altura y con un tronco que ronda los 2 metros de perímetro.





Junto al aparcamiento de la entrada hay una zona con mesas de pícnic, paneles informativos, ademas de una caseta de información abierta en temporada  y contenedor para la basura.

El Monumento Natural de las Sequoias del Monte Cabezón, pese a no ser un bosque muy grande, impacta por el tamaño de las secuoyas, y lo despejado que está en el suelo, ya que en sus pies no crecen las especies de sotobosque. 

Una visita más que recomendable, de fácil acceso y apta para toda la familia. 


Gracias por tu visita ¡¡Hasta pronto!!
                                             
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viernes, 5 de enero de 2018

La Casca de Reis, dulce típico de la Comunitat Valenciana




Hoy no os hablamos de un destino, os presentamos un dulce típico y tradicional de la gastronomía navideña de la Comunitat Valenciana, muy parecido al que se elabora en otras partes del país en navidades o fuera de ellas, se trata de la Casca de Reis.

La receta ancestral de la Casca de Reis se pierde en el tiempo, una gran masa de mazapán se rellena de boniato, cabello de ángel, de crema o yema según zonas de la comunidad o gustos particulares de los comensales.

La Casca de Reis era, y es, un dulce que por tradición los padrinos regalaban a sus ahijados el día de Reyes, al pastel de mazapán relleno con forma de rosco, se le acompaña de golosinas, monedas de chocolate, peladillas, etc.

Aunque la tradición es de toda la Comunitat Valenciana, en especial en Gandía (Valencia) y Vila-real (Castellón) se ha mantenido esta tradición más que en otros lugares, que se vio desplazado a un segundo plano tras el boom en los años 60/70 del Roscón de Reyes, también con rellenos varios.

Desde diferentes administraciones y asociaciones tratan de impulsar que no se pierda la tradición de elaborar y consumir este dulce típico de la gastronomía navideña de la Comunitat Valenciana, que ha estado al borde de la extinción. Desde Un país para recorrérselo queremos colaborar y con este post aportamos  nuestro granito de arena.

La receta es muy sencilla y con ingredientes muy básicos de la cocina mediterránea que están al alcance de todos; almendra, azúcar o miel y huevos para el mazapán. Boniato, cabello, crema o yema, para el relleno.

Se elabora un mazapán, se le da forma de cilindro y se aplana, se rellena con el relleno elegido, se cierra y se le da forma de rosca, de serpiente o anguila, se pinta de huevo batido y se hornea. Para terminar, según lugares, se decora con glasa real o no. Luego se presenta rodea de chucherías y a disfrutar.

Es un dulce que gusta a niños, mayores y muy mayores, que tiene versos y canciones con referencia a él que se han seguido cantando incluso en ocasiones sin saber muy bien qué es eso de las Cascas.

En la población de Vila-real, en la Cabalgata de Reyes, la segunda más antigua de la Comunitat Valenciana detrás de la de Alcoy, al paso de los Reyes magos niños y adultos cantan el Tirorí.

Tirorí, tirorí

“sinyo” rei jo estic ací.

Palla i garrofes, tot pal seu rossí.

Casques i avellanes, tot per a mi.


domingo, 3 de diciembre de 2017

Mallorca, mejor en invierno

Y desde aquí, señora, mis versos a ti van
olorosos a sal marina y a azahares
al suave aliento de las Islas Baleares.
                           (Rubén Dario)


Las Islas Baleares tienen una larga historia, inspiradoras de poemas, residencia de artistas. Por ellas pasaron: cartagineses, romanos, vándalos, bizantinos, musulmanes y también bloggers de viaje…



Los Bloggers de Viaje somos un colectivo que ha ido creciendo y cada vez es más tenido en cuenta por las agencias de turismo, como la de las Islas Baleares que el pasado mes de octubre reunió, a la vez que repartió por las diferentes islas, a más de 40 bloggers de viajes. Para participar lanzaron, junto a Baleares Travel Bloggers, un concurso previo, hicieron una selección y eligieron a los ganadores.

Un país para recorrérselo se encontraba entre los afortunados ¿El premio? pasar un finde en alguna de las islas ¿Cual nos toco? Mallorca, la mayor del archipiélago Balear.



Desde ya os adelantamos que Mallorca es mucha Mallorca para ir solo un fin de semana, y que, a nuestra modo de ver, es mucho mejor hacerlo fuera de la temporada estival, cuando la afluencia masiva de visitantes llega a su fin. Sin duda “Mejor en invierno”.




Visita imprescindible es La Ciudad de Palma, capital de la isla y de la autonomía balear, su casco antiguo está salpicado de vestigios históricos: Baluartes, Murallas, Baños Árabes, La Lonja, El Palacio Real de la Almudaina…. entre ellos destaca, y mucho, su monumental catedral, visible desde casi cualquier punto de la ciudad, siendo, durante mucho tiempo, la única catedral cuya imagen se reflejaba en el mar mediterráneo. Algo que quisieron recuperar tras las obras del actual paseo marítimo, convirtiéndose en una de las imágenes más emblemáticas de la isla, hermosa de día, preciosa de noche.





El viernes fue el día de la llegada de los participantes, a diferentes horas y desde diferentes puntos de España. Alojándonos a todos en el hotel AC Ciutat de Palma. Hotel situado a un paso de lugares de ocio nocturno y desde el que se puede acceder al centro histórico dando un paseo. 




La cena de bienvenida se celebro en el Rte. Pesquero, situado en el puerto de Palma, con vistas a los muelles llenos de embarcaciones de recreo y de pesca. En él degustamos una variedad de tapas en su mayoría elaboradas con productos del mar.






Ciñéndonos al itinerario diseñado por las anfitrionas de la isla, asociadas de Balearstb, y gracias a la generosa colaboración de Sixt.es que nos presto sus coches con el deposito lleno para hacerlo posible, el sábado por la mañana emprendimos ruta hacia la Sierra de Tramuntana para descubrir la esencia de la Mallorca más auténtica.





Salimos del hotel en dirección hacia Valldemosa, la primera parada del camino la realizamos en La Fiore, una fabrica de vidrio artístico en la que además de poder comprar alguna de sus hermosas piezas, se puede admirar en vivo y en directo como trabajan los artesanos; la agilidad y habilidad que tienen con el vidrio, como lo soplan, los hornos... Y no solo eso, si no que por 20€ podemos convertirnos en sopladores de nuestra propia pieza. Algo que pudimos experimentar en primera persona y que jamás olvidaremos; por la emoción de la experiencia y por la bola que nos llego a casa días después vía correo certificado. Tras soplar la pieza a alta temperatura, los artesanos la rematan y la meten en un horno para que vaya enfriando con temperaturas controladas. Una vez terminado el proceso queda lista para recoger in situ o enviarla a su destinatario si ya ha abandonado la isla.




La siguiente parada la hicimos en Valldemosa, un pequeño pueblo de montaña, donde lo mejor que se puede hacer es callejear tranquilamente para admirar sus muchos rincones con encanto. Este pueblo fue el elegido por Chopin y su amada, para pasar largos periodos de su vida. Unas dependencias de La Cartuja, ahora visitables, fueron su morada. Después del paseo nada mejor para reponer fuerzas que tomarse un bollo, o dos, del dulce típico del lugar, las Cocas de Patata.








Continuamos dirección Sóller, de camino paramos en el mirador con vistas a Sa Foradada, un espolón rocoso agujereado por la erosión que se adentra en el mar.




Llegamos a Sóller, donde los sábados por la mañana se celebra el mercadillo semanal, algo que se nota en el ambiente de sus calles. Por Sóller transita el único tren de la isla, de vía estrecha, que cubre el trayecto desde Palma hasta Sóller y el tranvía que va hasta al puerto, algo que se ha convertido en un atractivo muy turístico, con sus vagones de madera, su baja velocidad y su peculiar recorrido. Sóller está situada en el centro de un valle sembrado de naranjos, limoneros y almendros presidido por el inconfundible perfil del Puig Major, la cumbre más elevada de Mallorca.






En las inmediaciones de Sóller visitamos la Cooperativa y Centre Capvespre, una visita muy 
instructiva, donde Aina e Irene, de Més Cultura, nos explicaron la actividad agrícola de la zona, basada básicamente en los cítricos, la almendra y en el olivo. Nos enseñaron la almazara: patio de recepción de la aceituna, trituradoras, prensas, centrifugadoras, depósitos de decantación, bodega de almacenaje y el resultado final, el zumo de la aceituna, el aceite.




Existe una variedad autóctona en la isla, la Aceituna Mallorquina, con denominación de origen
protegida, descendiente de la empeltre introducida siglos atrás desde la península. En la isla se 
consume rota, o partida, (trencada en mallorquí) adereza con hinojo, guindilla, agua y sal marina en 
la justa medida, algo que nos enseñaron a elaborar en una clase/taller en la que aprendimos a 
hacer nuestras propias “Olives Trencades”, las que se pueden degustar en todos los bares y
restaurantes de la isla. Nos llevamos nuestro bote de aceitunas a casa y lo podremos saborear dentro
de tres meses, que es el tiempo que necesitan de maceración para estar en su punto.




           


Desde la cooperativa nos llevaron hasta una masía, donde Pere, un agricultor de la zona, nos recibió en su casa, nos mostró la belleza del lugar, nos hablo de los pros y los contras de ese tipo de vida, de los olivos, algunos centenarios, arraigados en un terreno abrupto con bancales de piedra seca. Además, nos ofreció un almuerzo típico de payés, servido bajo un inmenso emparrado de Parra Virgen vestida con su follaje otoñal. Con un sol mediterráneo que calentaba pero sin achicharrar, con la paz y el sosiego que se palpaban, vivimos uno de los momentos más relajantes desde hacia mucho tiempo, en un lugar idílico con vistas a Fornalutx.







Continuando con el planning de ruta, y marchándonos de Ca Pere no sin remolonear, nos dirigimos 
hacia el Puerto de Sóller. De camino nos desviamos para hacer una breve parada en otro de los
miradores emblemáticos, el Mirador de Ses Barques, con vistas al mar mediterráneo y al puerto de
Sóller.




El Puerto de Sóller es un lugar ideal para pasear y admirar las distintas embarcaciones. Las Llaüt son las típicas barcas mallorquinas con las que, desde hace años, practican la pesca de arrastre. Las Llaüt comparten el Puerto con las de motor y con las barcas de recreo. 
Para acabar la tarde nos sentamos tranquilamente en una de las terrazas con vistas al puerto, vimos pasar el tranvía de Sóller y disfrutamos contemplando la puesta de sol.





Pero el día no acaba cuando cae la noche, del Puerto de Sóller nos llevaron a Inca para participar en la Nit del Vi, la Noche del Vino, una feria en la que participan bodegas de las islas para promocionar el vino balear.





El domingo amaneció un día gris y lluvioso y fue el día de las despedidas, escalonadamente, al igual
que la llegada, nos fuimos marchando. Pero con todo ello aun aprovechamos al máximo la jornada.
Visitamos el museo de la Fundación Pilar y Joan Miró, creado y donado por expreso deseo del artista 
y su esposa a la ciudad de Palma. En él además de una gran cantidad de obras del artista, pinturas y 
esculturas, se realizan exposiciones itinerantes y otras actividades culturales.







Continuamos visitando al Castillo de Bellver, entrada gratuita los domingos, desde el que se observan unas magnificas panorámicas de la ciudad de Palma y de la Sierra de Tramuntana. El castillo de Bellver es de planta circular y es el mas antiguo de Europa con esta característica.






Y seguimos disfrutando del domingo con un paseo por el centro de Palma. Visitamos el interior de la
catedral, con su original altar mayor reformado por Gaudi, la capilla del Santísimo ambienta con aires
submarinos, sus inmensas vidrieras circulares…








Como os adelantábamos al principio nos quedó mucha Mallorca por recorrer, pero lo que vimos lo disfrutamos, sin agobios, sin calor y con buena compañía. Muchas gracias a Baleares Travel Bloggers, Agencia de Turismo de Baleares, Travel me sofly, Gastando suela, Viaje con Pablo, Recuerdosde mi mochila, La ratona viajera, Juntos viajamos, 365 sábados viajando y en especial a nuestras anfitrionas Mapamundi de Sandra y TravelRocks por este #Betterinwinter en Mallorca tan especial. Nos vemos!!




Visitamos Mallorca invitados por la Agencia de Turismo de Baleares tras ganar el Concurso celebrado en el Aniversario de la asociación Baleares Travel Bloggers. 
Las opiniones aquí expresadas son libres.

Gracias por tu visita ¡¡Hasta pronto!!
                                             
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miércoles, 11 de octubre de 2017

Orbaneja del Castillo y el Mirador del Cañón del Ebro



AUTOR: J.L.V.A. 

El Parque Natural de las Hoces del Alto Ebro y Rudrón es una preciosa zona situada al noroeste de Burgos, vecina a la comarca de las Merindades, muy próxima a Cantabria y que tenía pendiente de visitar.
En un viaje anterior de Madrid a Santander había aprovechado el recorrido de ida y vuelta para conocer lugares intermedios de gran interés turístico tales como Frías, Tobera, el túnel natural de Puentedey, la gruta de Ojo Guareña, el salto del Nervión y la cascada del Peñón de Pedrosa de Tobalina. Por un fallo del GPS se me quedó atrás Orbaneja del Castillo y el cañón del Ebro, razón por la cual he tenido que realizar otra excursión posterior ex-profeso desde Madrid.






Madrugando mucho a fin de que me cundiera el día, estaba ya temprano en la zona, desayunando en Covanera, en el valle del Rudrón donde me hice una pequeña ruta matinal al Pozo Azul de Covanera que es una surgencia acuífera, referente importante para los aficionados al buceo y la espeleología pero que para mí solo representa una bonita “charca”, nacimiento de un arroyo y con llamativas tonalidades turquesa. El camino, levemente ascendente, son poco más de 10 minutos de ida y menos de vuelta. Esta perfectamente indicado y arranca en el centro del pueblo junto a la parada del autobús. El único y pronunciado giro del corto camino está marcado por una gran roca vertical de nombre el Perentón.




Siguiendo dirección a Santander, algo más adelante nos encontramos el desvío a Orbaneja del "Castillo". Son 5 km de carretera estrecha pero sin riesgo y bien pavimentada que te adentran por un valle flanqueado por crestas de caliza kárstica que semejan almenas y de ahí el nombre del pueblo, porque realmente no hay ningún castillo, ni falta que le hace.





Toda la zona responde a una belleza natural de bosques y desfiladeros donde la paz y el silencio dominan el ambiente, roto solamente por el sonido de las aguas de los numerosos y alegres arroyos.

La carretera llega a la parte baja del pueblo donde dispone de varias zonas habilitadas para parking porque la entrada al mismo en coche está reservada para los vecinos del lugar. Y además lo típico es subir la empinada escalera que nos lleva al centro del pueblo mientras observamos atónitos la maravilla de cascadas que podemos tocar con la mano mientras nos inunda con su vapor de agua y nos cautiva el alma probablemente para toda la vida.







Ya sé que es un tópico pero es que resulta indescriptible con palabras. La caída comienza con una ruptura abrupta desde la cueva del agua en forma de cola de caballo y luego se abre en otras varias mas anchas y de menor altura, coexistiendo el agua con el verde de la naturaleza que crece entre las rocas lo que le da un aspecto paradisíaco, para finalizar en varias pozas escalonadas, imagino que susceptibles del baño en verano. Pues eso, indescriptible… aunque yo lo he intentado. Cuando lo veáis me entenderéis.






En fin de semana resulta imposible hacer una foto panorámica sin que aparezca a su vez otra persona también haciendo fotos. Lo positivo es que al aparecer alguien podemos tener una referencia para valorar lo grandioso del espectáculo. Es curioso que sus varias cascadas pertenecen a un arroyo con un breve recorrido de menos de 100 metros que desemboca en el Ebro, que pasa justo al lado.



Pero Orbaneja no solo es su cascada. El pueblo se encuentra rodeado por los farallones que flanquean el río. Creo que resulta obvio que todo el pueblo es una cuesta continua. De hecho siguiendo la calle “de la Cuesta” unos 100 metros al salirnos del pueblo nos aparece a la izquierda un sendero más ascendente aún al que dediqué 15 minutos y que al situarse a media altura de la pared vertical nos permite tener una visión más amplia del valle, con el pueblo hundido en el fondo y enfrentados a la pared del otro lado. En este punto cabe fijarse en la cresta de enfrente donde hay una zona que asemeja a dos camellos besándose, con la silueta de Africa como hueco entre ellos. Las zonas planas que culminan las paredes verticales a ambos lados del desfiladero se llaman páramos (de ahí el nombre de comarca de Páramos), a los que me hubiera gustado llegar. Y en toda la zona abundan las rapaces, pudiendo identificar una colonia de buitre leonado.








Está claro que toda la zona vive del turismo, aunque en mi opinión podrían hacerlo mejor sobre todo en limpieza y en información al turista. La zona es difícil para personas con movilidad reducida. Hay unos 5 o 6 restaurantes, todos cerrados en laborable a las 12 del mediodía (abierto solo un bar que no era restaurante). El precio de los menús expuestos oscila entre los 15-20 euros. 

Y lógicamente hay numerosas rutas de diferente longitud y dificultad.




Orbaneja del Castillo probablemente sea el pueblo más bonito de España de los vistos por mí hasta ahora, que no son pocos, pero claro, depende de lo que vaya buscando cada cual y cómo lo valore.





Tras retornar a la carretera principal, seguimos dirección Santander durante unos 3 km hasta llegar al desvío a Pesquera que queda a unos 6 km pero unos 2 km antes de llegar al pueblo tenemos nuestro objetivo que es un magnífico mirador balconado sobre el cañón del Ebro, suspendido en el vacío a más de 100 metros de altura, no apto para los que sufran de vértigo. Estaban arreglando y ampliando la zona de parking así como el caminito de 50 m de acceso al mirador. Para valorar su grandeza solo hay que observar la foto. Ya sabéis que las fotos siempre achican… pues eso, sin palabras.







El regreso supuso la parte urbanita de la excursión. Lo hice por Palencia, que no conocía, dedicando un par de horas para recorrer su centro y su porticada calle Mayor Principal (y “picar” algo) y luego por Valladolid, otro par de horas, para pasear por su Plaza Mayor. Finalmente ya en la A6 y enfilando Madrid, paré a cenar en Medina del Campo.

Gracias por tu visita ¡¡Hasta pronto!!
                                             
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