domingo, 10 de mayo de 2015

Del Congost de Mont-rebei a las Escaleras de Montfalcó. Un sendero de vértigo, no apto para todos los públicos.




El Desfiladero de Mont-rebei es un espacio de Interés Natural de la Sierra del Montsec, entre las provincias de Huesca y Lérida, entre las comarcas de la Ribagorza y el Pallars Jussà.






Entre Aragón y Cataluña el desfiladero de Mont-rebei corta de norte a sur la sierra del Montsec. El río Noguera Ribagorzana, ha creado un inmenso cañón de paredes verticales de hasta 500 metros de altura y de tramos en los que no pasa de los 50 metros de anchura. Un desfiladero que, gracias a un sendero tallado en la roca, se puede recorrer con relativa facilidad, aunque no exento de riesgo dada su altura y su anchura, un sendero no apto para todos los públicos, un sendero de vértigo.






Desde la localidad de Puente de Montañana tomamos la carretera hacia Tremp, la C-1311, tras pasar el puente sobre el río Noguera Ribagorzana, frontera natural entre Cataluña y Aragón, seguimos las indicaciones hacia Tremp, a los pocos metros tomamos el desvío hacia Castissent/ La Clua/ Reserva del Congost de Mont-rebei 8km.






La carretera es estrecha, con tramos de asfalto en mal estado, en una de las curvas se encuentra el mirador de les Llúdrigues, en el borde derecho, desde el que se divisa el desfiladero al que nos dirigimos. 







Ya en la pista de acceso un letrero nos da la bienvenida al Espacio Natural del Congost de Mont-rebei y siguiendo por ella llegamos al aparcamiento de la Masieta, de pago en julio y agosto, y festivos de marzo a diciembre, y al Centro de Información, atención al público, de 9h. a 17h. en las mismas fechas que el pago del aparcamientoEn el área hay mapas, paneles informativos y las indicaciones de varios senderos.





Desde la Masieta parte el sendero GR 1, marcas blancas y rojas, que nos adentra en el cañón; al poco de empezar se divide en dos: uno por la parte alta, camí de les tarteres, con fuertes pendientes, y el otro por el pantano, solamente si esta vacío. (Nosotros fuimos por el de arriba y volvimos por el de abajo, mucho más agradable y suave, a pesar de estar el pantano lleno no tuvimos ningún problema, en los lugares en que el camino esta anegado hay senderos que lo bordean).






Tras media hora caminando llegamos al puente colgante, la primera prueba de vértigo. Lo atravesamos sin ninguna dificultad por nuestra parte. El puente se ve seguro y bien anclado, se mueve, pero solo un poco. De aquí en adelante y hasta llegar al desfiladero propiamente dicho, el camino transcurre entre vegetación y con el verde turquesa del agua a nuestro lado. 






Pronto comienza los tramos en los que la senda ha sido tallada en la roca, de poca anchura y mucha altura, en los que cogerse del cable pasamanos parece una buena idea.









El trayecto en este tramo del desfiladero es muy espectacular, va ascendiendo suavemente a la vez se va estrechando el cañón, con unas vistas impresionantes y con mucho viento en los salientes. En algunos puntos de la ruta hay instalados unos bancos que hacen a la vez de barandilla.




Llegamos al final del desfiladero pero nuestro camino continúa, queremos llegar hasta el Congost de Siegué, atravesar otro puente colgante que une Lleida y Huesca, Cataluña y Aragón, y llegar hasta la primera de las escaleras del Camino Natural de Montfalcó. Unos tramos aéreos de pasarelas de madera que cuelgan de paredones rocosos de manera vertiginosa. 





Después de un tramo que parece tierra de nadie, sin acondicionar, señalizado como GR, empiezan unos tramos con barandillas, escaleras y paneles informativos. Estamos en el tramo acondicionado como Camino Natural de Montfalcó al Congost de Mont-rebei. A lo lejos se divisa el puente metálico sobre el embalse de Canelles, y, si nos fijamos, podemos ver en las paredes la primera de las escaleras zigzagueantes fijada sobre la roca.








Desde el puente del Congost de Siegué, de 35 metros de longitud, hasta la primera de las escaleras, la pendiente es muy fuerte, larga y el terreno muy abrupto, el sendero asciende sinuoso por la ladera hasta la cima de la primera pared vertical, sobre la que está instalada una de las dos pasarelas adosadas a la roca. Desde arriba la vista de las escaleras es escalofriante y bajarla emocionante.







El regreso lo efectuamos por el mismo recorrido a la inversa, a excepción del último tramo que lo hacemos bordeando el pantano. En total hemos invertido algo menos de seis horas, caminando tranquilamente y haciendo muchas paradas, fotos, almuerzo y comida. Un recorrido de tramos duros en que hemos salvando, en ocasiones, fuertes repechos y partes complicadas, pero en el que, sin duda, el esfuerzo ha merecido la pena. 





Es uno de los senderos más vistosos, espectaculares y vertiginosos que hemos recorrido hasta la fecha.

   

Gracias por tu visita ¡¡Hasta pronto!!
                                             
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