domingo, 19 de octubre de 2014

Barrio Gótico de Barcelona


   
Un día en la Ciudad Condal… ¡¡qué digo un día, unas horas!!





Muy lejos quedan ya los días en que, de niñas, pasamos una semana en Barcelona, acogidos, casi siempre, en casa de unos familiares que habitaban próximos a La Rambla, por aquel entonces la llamada de los pajaritos, en la que, además de aves variopintas, se vendían otros animales, algunos de ellos nunca vistos por nuestros tiernos ojos, y que, para unas niñas de pueblo como nosotras nos parecían de lo más exótico. Por aquel entonces ya nos gustaba «Ramblear», deambular por Las Ramblas arriba y abajo a nuestro aire; de los pajaritos al colorido y el perfume de las flores. El limite lo teníamos en Colón, con su dedo sellador, como si nos indicara que más allá ya no podíamos ir...


Estos recuerdos vienen a mi mente rambleando a día de hoy, a la vez que me pregunto:
¿Cuánto han cambiado Las Ramblas?
Mucho, poco, todo, nada, parece que siguen igual sin embargo todo es diferente. Aunque, algo sí que perdura, sigue siendo, si no lo son aún más, muy cosmopolitas.




Llegamos al centro de Barcelona accediendo por la Ronda Litoral, al llegar al puerto seguimos dirección Ciutat Vella. Una vez pasado el monumento a Colón y sin apenas entrar en el Passeig de Colon, tomamos la rampa del aparcamiento «Moll de la Fusta» (3€/H intentar aparcar en el centro es misión imposible, así que no queda otra).

Una vez en la superficie nos dirigimos sin mucho divagar hacia la Plaça Sant Jaume, y es que, además de venir de visitar la Colonia Gúell, llevamos horas recorriendo el país, y el hambre aprieta, tenemos pensado tomarnos unos bocatas en Conesa que, según el ranking y los comentarios de
TripAdvisor, son los mejores de Barcelona. Aunque no llevamos mapa y no conocemos esta zona, preguntando se llega a Roma y en este caso a la Plaza San Jaime, en la que, además de la bocatería y otros locales en los que saciar el apetito, hay edificios tan importantes como el Palau de la Generalitat y el Ayuntamiento de Barcelona.
 
Al llegar a la plaza observamos que acaba de haber algún acto multitudinario; vallas, gentío, guardias. Por lo que sabemos es prácticamente imposible pillar esta plaza desierta, siempre hay actos, protestas y gran afluencia de turistas.
Tras complacer al paladar y sosegar el estomago, nos adentramos por el Carrer del Bisbe para encaminarnos hacia la catedral, recorrer el barrio gótico o al menos algunas de sus plazas más emblemáticas.




Nada más entrar en la calle ya se ve uno de los rincones más fotografiados del barrio, un puente que une dos edificios, el Palau de la Generalitat con las Cases dels Canonges, que, aunque no es gótico, está muy bien integrado. En el otro extremo de la calle se halla la Plaça Nova, en la que se encuentran restos romanos y la entrada principal de la Catedral. Seguimos por esta calle hasta la altura del Carrer de la Pietat y giramos a la derecha para ver todo el perímetro de la catedral, el ábside y los aledaños, con rincones con el más puro estilo medieval de la ciudad vieja. Esta calle desemboca en la Pla de la Seu que a la vez se une con la Plaça Nova. 



Llegamos a la fachada principal de la catedral y tras alejarnos un poco para tener perspectiva y poder contemplar su imponente portada y sus torres, nos dirigimos al interior. Entrada gratuita en horario de culto. Entrada turística, 6€ incluye; subir a la terraza y el museo. Laborables de 13 a 17h. Domingo y fiestas litúrgicas de 14 a 17h.



Recorremos con calma parte de su interior y nos ponemos a la cola del ascensor que hay situado en la capilla de los Santos Inocentes para acceder a la terraza, desde la cual se ven las torres-campanario, el cimborrio, las agujas góticas; se aprecia el tamaño de las gárgolas y sus peculiares formas y también se disfruta de una bonita panorámica de la ciudad de Barcelona. Al descender seguimos visitando el interior de la Catedral; La cripta, situada bajo el altar mayor, está dedicada a Santa Eulalia, cotitular junto a la Santa Cruz de esta catedral. La magnífica e imponente sillería del Coro. La Capilla del Santo Cristo de Lepanto, el cual, según cuenta la leyenda, estuvo presente en batalla de Lepanto. En el claustro, con la fuente de San Jorge nada más entrar, a su lado, el espacio destinado a las trece ocas que recuerdan la edad en la que Santa Eulalia fue martirizada. Un espacio central ajardinado al que dan las diversas capillas y el acceso al museo, instalado en la sala capitular. 




   
Recorrer esta Catedral, joya del gótico Catalán, lo calificaríamos de imprescindible si se viene a Barcelona. Al salir del templo retomamos nuestra andadura por el centro histórico y nos dirigimos a uno de los laterales de la catedral, para acceder a la capilla de Santa Lucía, de estilo románico tardío.


A pesar de no llevar ningún mapa turístico ni callejero de la ciudad, nos no supone ningún obstáculo para recórrela sin perdernos, puesto que hay situados puntos informativos con indicaciones por las calles del centro histórico.




Desde la Catedral nos dirigimos hacia la Plaça del Rei, que alberga algunos de los edificios medievales más importantes de Barcelona; el Palau Reial Major, la capilla de Santa Àgata, el Palau del Lloctinent y la casa Clariana-Padellàs, en la que se encuentra ubicado el Museu d’Història de Barcelona.
En este recinto, casi cerrado, de arquitectura gótica que forma esta plaza, sirve de escenario de conciertos y representaciones teatrales. En el subsuelo se conservan restos de la ciudad romana de Barcino.

Nos encaminamos ahora hacia otra de las plazas singulares de este barrio de la Barcelona más vieja, la Plaça Reial, una plaza porticada cuyos porches albergan numerosos establecimientos de hostelería. En el centro, la fuente de las Tres Gracias, en la que las gaviotas aprovechan para saciar su sed. Nos llama especialmente la atención un par de farolas muy artísticas que después hemos sabido que fueron diseñadas por un joven Antonio Gaudí. El toque verde lo dan unas cuantas palmeras.




Acabamos nuestro día en Barcelona rambleando un poco para ver el ambiente y con el pensamiento, el mío, hurgando en los recuerdos de la infancia…

Cuidado que no todos los individuos que van por Las Ramblas van a “ramblear”, los hay que van a “arramblar”, verdaderos profesionales del hurto, carteristas en su mayoría que hacen su agosto todos los días ¡¡Al loro con vuestras pertenencias!!
                                                     

Gracias por tu visita ¡¡Hasta pronto!!
                                             
Si te ha gustado no olvides compartirlo en tus redes sociales